Mucho se ha dicho sobre cómo ha cambiado nuestra forma de comunicarnos, particularmente en la última década. Mares de tinta han corrido al respecto de cómo la tecnología ha transformado las relaciones interpersonales, pero también los procesos a través de los cuales las empresas, instituciones -públicas y privadas- y organizaciones en general se relacionan con sus distintos grupos de interés.
Nada de lo anterior carece de verdad. Facebook, Twitter, Google, Instagram y demás redes sociales poseen algoritmos capaces de segmentar a sus usuarios de manera nunca antes vista y, por lo tanto, nos dan la oportunidad de inmiscuirnos en las preferencias y comportamiento de diversos targets.
Sin profundizar más en el tema de las mencionadas redes sociales y la revolución que han traído al mundo entero, hay que mencionar que esos algoritmos no dejan de estar afectados por un sesgo importante, que no es otra cosa que la falta del elemento “cara a cara”.
Hay que recordar que , como seres humanos, tenemos diversas fases: Lo que somos, lo que creemos que somos, lo que queremos ser y lo que decimos que somos.
Por ello, la comunicación debe abarcar diversos medios que permitan crear un panorama lo más certero posible respecto de a quiénes nos estamos dirigiendo, pero sobre todo, conocer el cómo el receptor está interpretando el mensaje.
La herramienta probada e infalible por excelencia son los eventos especiales.
Y para lograr ese objetivo, la herramienta probada e infalible por excelencia son los eventos especiales.
Este tipo de estrategia se divide, principalmente en dos tipos:
Eventos internos
Dirigidos a trabajadores, proveedores, accionistas o socios.
Entre los objetivos de esta categoría se pueden contar:
- Fomentar el espíritu de equipo
- Brindar sesiones informativas
- Presentar nuevos productos o catálogos a la fuerza de ventas o distribuidores
- Mostrar informes financieros
- Sintonizar con socios
- Fortalecer relaciones con proveedores
- Presentar nuevas líneas de negocio; entre muchas otras
A través de esta estrategia se facilita la relación entre los grupos de trabajo, además de consolidar el sentido de pertenencia.
Por otro lado, agilizan el intercambio de información y sobre todo de conocimientos.
Los eventos internos permiten transmitir una imagen de transparencia y hacen que los participantes se sientan integrados y escuchados por la organización que los convoca.
Eventos externos
Se enfocan en clientes potenciales, medios de comunicación, influencers y a la sociedad en general o a un grupo bien segmentado de ésta.
Ejemplos de este tipo son:
- Testeo de productos o servicios
- Nuevos lanzamientos
- Activaciones BTL (Bellow The Line)
- Ruedas de prensa
- Campañas de concientización
- Conmemoraciones (ej. Día de la mujer, día del niño, día del padre, día mundial sin tabaco, etc.)
En definitiva, esta clase de eventos permite generar y/o fortalecer imagen de marca en mercados cada vez más competidos.
Es imprescindible contar con una estrategia y una planificación bien definidas.
Sea cual sea el tipo de evento que se esté planeando, es imprescindible contar con una estrategia y una planificación bien definidas y que refleje la misión, visión y valores de la organización, manteniendo también la sintonía con la estrategia general de comunicación de la misma.
No podemos dejar de lado el tema del presupuesto, el cual se debe ejercer optimizando al máximo los recursos para obtener la mejor relación costo-beneficio posibles. Hay que tener en cuenta que recursos como iluminación, audio y video e incluso pirotecnia -por mencionar algunos-, son herramientas que apoyan la consecución de los objetivos en comunicación, pero su uso debe estar supeditado a reforzar el mensaje, por ello, se habrá de contar con un concepto claro y una estrategia creativa bien estructurada como hilo conductor para el desarrollo de todo evento.
Hoy más que nunca es necesario tener el pulso de la gente de manera directa
En conclusión, hoy más que nunca es necesario tener el pulso de la gente de manera directa, mirarlos a los ojos y conocer sus reacciones de primera mano. Es vital conocer a las personas más allá de su comportamiento “online” para forjar un panorama más amplio de a quiénes nos dirigimos y tener la certeza de cómo nuestra comunicación permea a los distintos grupos.